Oscenses en el Chad (África): Cómo hacer milagros con poco o casi nada

Un grupo de españoles, con los que colabora el oscense Enrique Ripoll, realiza desde hace ya varios años una labor humanitaria de primer nivel en Chad, país situado en el centro de África. Luchan por devolver la vista a personas que sufren ceguera, contribuyen a salvar de la muerte a niños afectados de malnutrición,… gracias a las aportaciones económicas y humanas que llegan a través de la Fundación Ilumináfrica.

Enrique Ripoll forma parte de esta Fundación y del Rotary Club de Huesca. Esta última entidad también colabora con la primera en sus esfuerzos humanitarios. En la sede del Rotary Club oscense se ha presentado un documental en el que se recogen las experiencias vividas con los habitantes de Chad. En la reunión-presentación también ha participado la hermana Juanita, de la Congregación de Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado.

La esperanza de vida en Chad es de tan sólo 40 años, y los problemas de salud en ese tiempo son muy importantes. La malnutrición infantil, las cataratas (que provocan problemas visuales tan graves como la ceguera), la malaria,… forman parte del día a día. Sólo por citar una cifra. Las familias suelen tener en torno a 15 hijos, de los cuales sólo sobreviven dos o tres.

Hablamos de milagros con poco o con casi nada. Porque salvar la vida de los bebés y niños depende tan solamente de sencillas normas alimentarias y de acudir al dispensario para el control de las mismas y para recibir el alimento pertinente.

Lo mismo ocurre con las cataratas, que imposibilitan la visión a muchas personas (el problema de las cataratas es muy común por el exceso de luminosidad en este punto del planeta). De la ceguera a la visión se pasa con una simple operación, tan habitual y cotidiana en España.

Enrique Ripoll, como óptico-optometrista, trabaja en la formación de personal nativo y en la corrección de problemas de visión, dentro de las limitaciones de los medios que allí existen. Para ayudarle en esa labor, Helena Robres Peiretó, de Rotaract (versión juvenil de Rotary Club), le ha hecho entrega de cuarenta kilos de gafas, recopiladas gracias a la labor de este club juvenil.

En el Chad, por otra parte, todavía hay muchas desigualdades sociales. Niñas son casadas con tan sólo 12 y 13 años de edad, y normalmente contra su

voluntad. La hermana Juanita ha explicado ante el Rotary Club de Huesca que se quiere difundir la campaña de apadrinamiento de niñas, en virtud de la cual por 20 euros se puede escolarizar a una niña durante un curso.

El que las niñas vayan a la escuela permite trabajar contra la costumbre de los matrimonios a tan pronta edad, y además les permite defenderse en su día a día.

No queda allí la cosa, porque también se quiere que lleguen a la universidad, y entrar en un círculo virtuoso que permita que esas niñas, en el futuro, sean las maestras, médicas o enfermeras que luchen por “salvar” a otras niñas.

Este programa está impulsado por la Asociación Kèmkár, formada por un grupo altruista de oscenses y africanos residentes en Huesca (y de la que también forma parte Enrique Ripoll). La asociación tiene como lema: “20 euros es igual a un curso escolar de una niña en el Chad”.

De ahí lo apuntado. Con muy poco se pueden obrar milagros en África, en concreto en Chad, país ubicado en el centro de este continente.

 

 

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